12.10.12

38. Tendremos goteras

Creo que no lo hago mal. Es más, creo que lo hago aceptablemente bien. Procuro escucharlo y entenderlo. Procuro que no le falte de nada, sin atosigar. Procuro jugar con él, sin desfallecer. Procuro que sea feliz pero en un mundo real. Pero por más que procure- de forma natural o esfuerzo mediante- a veces me desarma. Y últimamente me tiene tan desarticulada que la cosa está subiendo por las arterias y pronto afectará a mis órganos vitales.

Acérquense al descansillo. ¿Lo oyen? Llora. Llora cada mañana. Llora cada mañana desde hace más de un mes y se levanta diciendo que no tiene intención de ir a la escuela. Llora tan fuerte que tendremos goteras. Repite sin cesar su mantra particular*. Yo intento comprender. Busco causas. Busco razones. Busco explicaciones.Todas, no crean. Soy muy creativa imaginando, interpretando y razonando, pero debo serlo para casos ajenos. Porque por mucho que me pregunto qué es lo que puede hacer que las lágrimas tiñan de dramón su desayuno, no le encuentro explicación. Le pregunto. Cuenta. Desmitificamos. Razonamos. Ataco las raíces de lo que me cuenta. Cambio de tema. Distraigo. Ignoro el drama y sigo camino. Canto. Pero nada vale. Él lo pasa mal. Y yo, que siempre fui desconsiderada con las madres que lloraban en la puerta de la guardería, he comprado quince kilos de kleenex para llegar hasta Navidad. Si la cosa dura, espero que Papa Noël sea dadivoso en papel higiénico. Y sí, quizá sea buena idea dejar de cantar, no sea eso lo que ahonde su llanto.



*no quiero ir al cole

No hay comentarios: