Con
frecuencia mi actitud hacia la ropa es por lo menos desagradecida.
Suelo desear lo que no tengo y olvidar fácilmente lo que poseo. Si
además incurre el desorden entre mis prendas, ojos que no ven,
corazón que no siente. Caen rápidamente en profunda desatención
y completa ignorancia. Debería ser sin duda más considerada.
Debería ser consciente de que los trapos me ahorran fortunas en
terapias. ¿Para qué tratamientos si tienes un armario? Mirándolo
fijamente puedes sonrojarte, sonreír, llorar con desconsuelo,
gimotear por frustración, o volcarte con desenfreno y ordenarlo
cromáticamente. O por texturas. Sentirte orgullosa o vaciarlo y
regalarlo cuando ya no te identificas.
Si
tuviera mucho, mucho dinero compraría mucha ropa muy, muy bonita. O
eso creo. Pero unos ya habituales impulsos hacen que a menudo tenga
una atracción inmediata hacia piezas que, si pensara de forma
sosegada, calificaría sin duda de horteras. Recuerdo esos
calentadores o ese abrigo de falso leopardo que decoran los espacios
más íntimos del 5º izquierda. El tiempo me hace ver la realidad.
Pero en el momento de adquirirlos ahí están y yo los necesito. Por
suerte no suelen ser caros. Por suerte la contradicción se siente
cómoda en estos armarios. Así que mis prendas- bonitas, horteras,
sobrias y kitsch- logran vivir en armonía y aceptan combinarse con
toda naturalidad. Gobierna la tolerancia.
Pero
hoy ha llegado Clemente a mi guardarropa. Como Platero, Clemente es
pequeño, peludo, suave. Pero
tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Pese a la tolerancia textil de la que me vengo jactando, su llegada ha
causado desconcierto en el vestuario. Y es que Clemente es porcino.
PIGs para los que no entienden nada de nada. Ciertas prendas y
algún complemento intransigente, en vez de alegrarse, lo ha mirado
con recelo. Y yo he fruncido el ceño. ¿Acaso no sabe esa ropita mía
que nadie es imprescindible?, ¿que no sólo lo nórdico es
perfecto?, ¿que cualquiera puede caer en el peor de los destierros?
¿Que el sectarismo no es bueno y, en cambio, el jamón es
delicioso?
Este es Clemente, my friend.
3 comentarios:
JAJAJAJAJA! te vas superando!!!! la verdad es que tu abrigo de leopardo falso, combinado como tu solo sabes, bien merecía un post así! Fdo: Ruiz
Ruiz! Pero qué ilusión verte por estos parajes (y divulgándolos!). Y ¡cómo te echo de menos! A un brazo de distancia, como entonces, serías inspiración constante...
Un beso, ganas de verte.
NB. He sacado al falso leopardo a pasear al parque y merendar esta tarde- cuando quieras te lo presto.
Yo también me acuerdo del abrigo de leopardo, lo llevabas cuando nos encontramos por la zona de Tribunal, y me encantó:) igual que tu amigo Clemente,es muuy mono.
Publicar un comentario