Nunca he encajado
demasiado. En el fondo, no está nada mal. Con los años ves que tiene su punto.
Allá me consideran de
aquí. Por supuesto, aquí soy de allá. No estoy mal como hija, pero no soy
exactamente lo previsto. La talla de mi pie no cuadra con mi altura. Embarazada, la gente de la calle pensaba que era de
penalty. Mi cara de niña no casaba con el barrigón. Mi vecino piensa que
debería mudarme de barrio. A uno más pijo. Por querer ascensor.
Me gusta escribir pero no soy escritora. Ni periodista. Ni siquiera redactora. Quepo en una 36 pero no queda como debería. También en una 38, pero no se supone que debe caer así. Me consta que soy mejor amiga, pero en la distancia. Así que no plenamente. He trabajado aquí pero me
faltaba algo. He trabajado ahí, pero no era mi sitio. Soy abogada
pero nunca he ejercido. Soy madre pero odio pensar en menús. No me identifico con ninguna tribu urbana. Por supuesto, ninguna tribu urbana se identifica conmigo. Mi ropa es contradictoria y aunque me guste, a menudo no pega. Tengo muchos amigos, pero nunca formaríamos un grupo homogéneo. Pocos se aguantarían entre sí. Así que, como veis, nunca he encajado demasiado.
Y eso que mi abuela se
esforzó. De su primer viaje a Rusia, cuando era yo pequeña, me
trajo una Matrioska que todavía conservo. Un perfecto engranaje. Encaje por antonomasia. Una lección. Pero lo que nadie sabe es que, si bien cuando me la regaló era como todas, por mudanzas varias y azares del destino, hoy en día la Matrioska está vacía. Sólo encaja consigo misma. ¿Alter ego? Quizá. Tan sólo tiene un encaje pero a la Matrioska le encanta poder ir por libre y disfruta mezclándose con los demás.
9 comentarios:
me ha encantado esta entrada!!!
fdo: una de las aristas en las que encajas y siempre seguiras encajando
;)))))
Es la primera vez que me decido a comentar y, que curioso, solamente me sale decir: OLÉ.
Querida inquilina del Quinto Izquierda, lo que describes en esta entrada es lo que te hace única y especial.
Enhorabuena por el blog!
muy buena imagen. A saber donde están las matrioskas más pequeñas, las que se han quedado huérfanas. A lo mejor deambulando por aquí o por allí, o siendo regaladas por otra abuela, que se las encontró en una caja de mudanzas!
no acostumbro a comentar, pero te leo.
Anónimos, qué bueno leeros, poner palabras a lo que sino serían sólo estadísticas. Gracias! Pasaros por el 5º y nos tomamos un té cuando queráis!
Las matrioskas más pequeñas vagan por el mundo reivindicando su derecho a no encajar en la sociedad. Tu post es encantador, felicidades. Un abrazo :)
Gracias Anaís! Un placer!
excepcional, como va siendo costumbre
Encantada, caballero...
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