19.6.12

26. Ellos sí que saben

Este fin de semana me fugué del 5º izquierda para asistir a dos grandes fiestas. Inmejorable plan. En las dos se celebraba el amor. En una el amor reciente, en la otra veinte años de felicidad. Las dos fueron preparadas con mimo y detalle. Y hubo algo que me fascinó: una llamada.

Dos horas antes de la juerga de los mayores, repasando lo que faltaba, se produjo la llamada. No te olvides, oí decir a mis tíos benjamines por teléfono. Hablaban con el farmacéutico. ¿Y quién es ese?, inquirí. Nuestro amigo farmacéutico. Es el encargado de traer el material. 

Amigos, mis tíos y sus congéneres no son del todo yonkis, como probablemente pensaran a estas alturas. Sólo que el paso del tiempo les ha ayudado a saber divertirse. Y ante cualquier celebración que premediten, regada como sólo ellos saben, emplean toda su sabiduría. Son cautos. El farmacéutico llegó al rato con dos resplandecientes cajetillas de protector de estómago y las desplegó en una mesita dispuesta al efecto. Compartir es vivir. Poco después, todo el grupo llevó a cabo su particular ritual. Ruló el omeoprazol entre los asistentes antes de que se volcaran en vinos pluscuamperfectos y gin tonics infinitos. Impecable planificación del disfrute. Ellos sí que saben, y saben que, así, el mañana nunca muere.


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