10.1.12

11. El uno de enero se vende aquí




Todavía hoy le he deseado feliz año a tres personas. Si puede ser, mejor que el anterior. Si no, por lo menos, jesusito que me quede como estoy.

Pensando en esto y paseando hace unos días por los alrededores de unas preciosas termas abandonadas por la memoria, vi los carteles de la fotografía. Como el decorado, los anuncios también habían vivido lo suyo y caído en el olvido. De hecho, hasta ese día ignoré la existencia de O Primeiro de Janeiro, uno de los periódicos más antiguos de Portugal. O Primeiro de Janeiro vende-se aqui. Me hizo una gracia estúpida que el primer día del año pudiera venderse. Y de repente  empecé a delirar, seguramente aquejada por algún síndrome de Stendhal o de Camoês debido a la belleza de lo que me rodeaba.

¿Y si los días vividos pudieran venderse? No podríamos evitar vivirlos, pero una vez vivido un mal día, en vez de guardarlo en la mochila con el peso que supone para nuestro ánimo, ¡podríamos venderlos a precio de saldo! Un corto desamor, 15 y 16 de marzo del 2002. 60 euros. Una decepción, 24 de abril del año pasado. 35 euros. Fechas significativas que quisiéramos borrar. ¡Fuera!, ¡Al mejor postor! Igual con una mala racha... les ofrezco “julio y agosto del 83”. Alguien ávido por cargarse de karma positivo con sus buenas experiencias de esa época estaría sin duda dispuesto desembolsar sumas significativas por esos meses... ¿Imaginan?

Como ven, la acumulación de oxígeno y la belleza del paraje afectaron a mi raciocinio, pero no puedo esconder que he estado vendiendo y comprando días mentalmente desde principios de año. Espero que no tengamos que desprendernos de los próximos 365. Espero que todos y cada uno tengamos un feliz año.

3 comentarios:

Martina dijo...

Pero entonces, y según las leyes del mercado de oferta y de demanda, solo tendrían valor los días buenos. Los días malos serían como una hipoteca basura, de la que no nos podemos desprender. Los días buenos, aquellos que queremos guardar con nosotros, estaremos obligados a venderlos para sobrevivir...

Anónimo dijo...

No, no, Martina. El mercado ajusta la oferta y la demanda precisamente porque cada agente tiene un interés opuesto o complementario respecto del mismo producto o servicio. Mis días malos pueden ser buenos para tí. A mí a lo mejor me inquieta la lluvia, y en cambio tú la adoras, atí te apasiona el jolgorio, y yo amo la serenidad...

HVF dijo...

Qué bueno, reacciones al otro lado de la pantalla ;-)

Martina, creo que hay una diferencia fundamental, y es que las hipotecas basura son basura para todos. Un día malo mío puede ser un día que tu no quieras olvidar jamás, porque para ti fue extraordinario. Así que coincido con Anónimo.

Pero no deja de ser un sueño en voz alta :-)