29.11.11

2. Familiar de Pepperoni

Hace un par de días descubrí un alter ego. Mi tía política. 82 años.
Me sentí tan comprendida que le confesé algo que nunca le había contado a nadie: siempre quise ser repartidora de pizzas. Ni cocinera. Ni supervisora. Repartidora. Era la única profesión que mi ingenio encontró en la que sin saber de electricidad, calderas ni fontanería podías acceder al maravilloso mundo de las casas ajenas. Me desvió de mi destino la consideración social por los estudios universitarios y otras historias sobre el making off de la comida a domicilio. Pero a punto estuve de probar, con la consecuente posibilidad de engancharme. No hay mayor placer para mi que descubrir nuevos universos condensados entre cuatro paredes, o en personajes desconocidos deambulando en las estaciones. Esta adicción compartida ha tejido algo inquebrantable entre mi familiar y yo. Ahora, cuando la una hunde su cabeza en conversaciones ajenas, la otra le guiña el ojo, demostrando absoluta empatía y comprensión.

El pasado miércoles fue el novamás. Nueva York. JFK Airport. Dos horas de retraso que, sumadas a las tres de antelación con que nos habíamos personado, contaban cinco largas horas de espera, más siete de viaje. Lo que para cualquiera hubiese representado un marrón, se convirtió en un fabuloso regalo para la repartidora-to-be. Qué gran sorpresa ver que nuestro avión parecía volar a la Meca de los judíos ultraortodoxos y en él volaría toda la comunidad jaredí de america del norte y parte del sur. Compartimos varias horas de espera en comunión jasídica plena, junto a cinco Hermanas de María procedentes del Bronx que flipaban literalmente. ¡Ellas!, acostumbradas ya a ritos múltiples y vestimentas, como mínimo, peculiares. Sólo me faltó saber yiddish o tener subtítulos. Y, bien atenta y bien sentadita, éste era mi particular espectáculo.


Después de todo, me dije, el look es un factor de unión entre religiones monoteístas. Con ligeros matices. Pero vamos que entre una peluca, una toca y un velo... Para muestra, un botón (¿distinguirían a las damas de la foto? una monja católica y la otra judía ultraortodoxa, ¿sabrían decir quién es quién?).

Siempre pensé que la religión era cuestión de fe interior, pero cada vez pienso que tiene mucho de creencias estilísticas, como mínimo para aquéllos que están a full into it. Lo que está claro es que cada uno necesita expresar su identidad. Todos la buscamos y la creamos de alguna manera. O nos sumamos a identidades precocinadas para reconocernos, localizarnos, ayudarnos o por mandato divino...Somos seres extraños.
Su Familiar de Pepperoni. Son 15.50 €.

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